Tras ocupar las obras de construcción de la gigantesca hidroeléctrica de
Belo Monte, en plena Amazonia, integrantes de la comunidad aborigen
decidieron viajar a la capital para expresar su descontento con el
gobierno central, por la falta de respuestas de integrantes del gabinete
presidencial.
Los aborígenes
desplegaron un cartel que dice “Respeten nuestro derecho” en las
afueras de la sede de la Funai que bloquea la entrada e imposibilita el
acceso a esas instalaciones
Los indígenas
brasileños esperan que el gobierno central les de respuestas a sus
demandas, piden que se respeten sus derechos y además exigen al gobierno
central que cumpla la Constitución, de la que dijeron podrían haber
nuevos decretos sobre los territorios
indígenas y la posibilidad de explotación minera. "Queremos que a los
indígenas nos consulten sobre todo eso", dijo un líder aborigen.
Unos 150 indígenas
de la Amazonia brasileña ocupan este martes la sede de la Fundación
Nacional del Indio (Funai) en Brasilia (capital) para pedir que se les
consulte sobre la construcción de la represa Belo Monte, así como para mostrar su rechazo a posibles reformas legislativas que aseguran afectarán sus territorios.
Tras ocupar las obras de construcción de la gigantesca hidroeléctrica de Belo Monte,
en plena Amazonia, integrantes de la comunidad aborigen decidieron
viajar a la capital para expresar su descontento con el gobierno
central, por la falta de respuestas de integrantes del gabinete
presidencial.
"Lo que queremos es que se respete la Constitución, que deja muy claros los derechos indígenas. El gobierno está creando varios decretos, pasando por encima de nuestros derechos sobre nuestros territorios y construyendo hidroeléctricas.
Queremos que nos consulten sobre todo eso”, dijo el líder indígena Valdenir Munduruku.
"Queremos salir mañana (miércoles), viajar de retorno a nuestras
tierras, pero antes tiene que haber compromisos. Estamos aquí en la
Funai porque debería ser nuestro organismo, pero no defiende a los indígenas, sino al gobierno", dijo otro líder, Josias Munduruku.
Los aborígenes
desplegaron un cartel que dice “Respeten nuestro derecho” en las
afueras de la sede de la Funai que bloquea la entrada e imposibilita el
acceso a esas instalaciones.
La construcción de Belo Monte, destinada a ser la tercer mayor represa hidroeléctrica
del mundo, ha generado fuerte rechazo de las comunidades indígenas de
la región, que aseguran que aunque no tiene lugar directamente en sus
tierras, afectará su hábitat, y denuncian que no fueron consultados.
Los grupos étnicos manifestaron su preocupación porque aseguran que en
el Congreso y a nivel del Ejecutivo cambiarán estatutos relacionados al
reconocimiento de las tierras aborígenes, y la posibilidad de explotación minera.
En Brasil,
con una población de 194 millones de habitantes, viven casi 897 mil
indígenas de 305 etnias, ocupando el 12 por ciento del territorio, pero
todavía hay muchas áreas pendientes de reconocimiento oficial,
especialmente en las áreas de desarrollo agrícola.
A inicios del mes de mayo, un grupo de 200 indígenas de varias etnias paralizaron la construcción de la represa Belo Monte en reclamo de estudios ambientales y denunciaron maltrato por parte de la policía.
“Nos están apuntando armas a la cabeza, sitian nuestros territorios
con soldados y camiones de guerra; hacen que los peces desaparezcan; se
roban los cuerpos de nuestros antepasados enterrados en nuestra tierra y
lo hacen porque tienen miedo de oírlos", se pudo leer en una carta que
enviaron al gobierno central el Consejo Indigenista de Misionario (Cimi)
y la Xingú Vivo Para Siempre.
La hidroeléctrica
de Belo Monte constituye uno de los principales proyectos del gobierno
federal para garantizar la futura demanda de energía y su culminación
está prevista para 2015. Dicha represa tendrá la capacidad de generar de
11 mil 233 megavatios.
RNV
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