Durante cuatro días en noviembre
del año pasado, Florencia 10+10, juntó a agrupaciones, generaciones y
diferentes tipos de organizaciones europeas para pensar como trabajar
juntos y producir poder frente al Goliat financiero y político de la
Unión Europea (UE) ¿Quién dijo que la imaginación colectiva no puede
alcanzar el poder?
Florencia 10+10 (Firenze 10+10)
fue un imaginativo y conscientemente modesto encuentro de activistas
europeos reunidos durante cuatro días en noviembre de 2012 para acordar
acciones que desafíen al poderoso Goliat financiero y político de la
Unión Europea (UE). Así como todas y todos reflexionamos sobre esta
experiencia para ayudarnos a tomar decisiones, todas y todos traemos
diferentes perspectivas a nuestro pensamiento colectivo.
Como una de las 60.000 personas que hace
diez años llenaron la misma fortaleza del siglo XVI convertida en
centro de conferencias, Fortezza Basso, en el primer Foro Social Europeo (FSE) y marchó con cerca de otro millón por la calle Matteotti
en Florencia, intento explicarme qué ha cambiado. Aquí no estoy
pensando tanto en las diferentes atmósferas –el exuberante, excitante,
autocomplaciente y a menudo retórico sentimiento de 2002 comparado con
el discreto, reflexivo, calmado y sobrio sentimiento del evento del mes
pasado–, sino en los cambios subyacentes del contexto actual.
El Transnational Institute (TNI) realizó
una serie de entrevistas en Florencia con la generación más reciente de
activistas radicales. Estos y estas activistas proveen una fuente útil
para la reflexión, no únicamente sobre este interesante e importante
evento, sino a un nivel más general, sobre cómo construimos un poder
transformador en Europa, reconociendo –como hace Vica, de Occupy London– la necesidad de actuar y pensar en muchos niveles, tanto local y global como europeo.
Los entrevistados me llevaron a
reflexionar sobre la naturaleza cambiante del poder dominante y sobre
las fuentes de su vulnerabilidad, por un lado, y lo que ello implica
para el poder de los movimientos y cómo construirlo, por el otro.
La cuestión del poder es un tema implícito en estas entrevistas.
Los y las jóvenes, para quienes Florencia 2002 es más historia que
recuerdo, están buscando una manera acertada de localizar y nombrar el
tipo de poder al que nos enfrentamos, innovando también en las formas de
organización y comunicación –tales como streaming en directo o
autogestión en asambleas de barrio– a través de las cuales podemos crear
un contrapoder efectivo frente a la austeridad.
Redes globales para confrontar la globalización corporativa
La generación previa que dominó el
primer FSE fue la generación que confrontó por primera vez la
globalización corporativa, exponiendo el secreto funcionamiento de la
Organización Mundial del Comercio, irrumpiendo en sus enclaves
amurallados, tanto literal como metafóricamente, y politizando la
cuestión del mercado global, presentado hasta entonces como una fuerza
natural.
En Seattle, Génova, Praga y muchas otras
ciudades, esta generación siguió efectivamente y llamó a dar
explicaciones a los gobiernos y corporaciones que habían logrado escapar
exitosamente de las presiones democráticas de sus poblaciones. Una
nueva generación política se sumaba, aunque también desafiaba, a
aquellas y aquellos de los años setenta que se habían quedado aislados y
también un poco estancados en sus caminos. Esta nueva izquierda se
movía en unas sendas globales, predominantemente horizontales y
facilitadas por internet para organizarse y compartir conocimiento, lo
cual se combinaba, a veces con inquietud y a veces con creatividad, con
las formas más tradicionales de sindicatos y partidos políticos.
Aunque los atentados contra las Torres
Gemelas de Nueva York dieron a la elite política una breve oportunidad
para hacer descarrilar al movimiento con un nuevo tipo de guerra fría
islamofóbica, el ataque encabezado por Estados Unidos contra Irak que
siguió poco después brindó un contexto político que dio lugar a una
extraordinaria convergencia entre el movimiento contra la guerra y el
movimiento por una globalización anticapitalista alternativa.
El movimiento contra la guerra produjo un poder cívico lo suficientemente impresionante como para ser descrito por el New York Times
como una “segunda superpotencia”, pero no tuvo el poder suficiente para
parar la guerra. Sin embargo, dañó significativamente a las elites
políticas que perpetraron la guerra y, al mismo tiempo, formó la
conciencia crítica de una nueva generación. Proporcionó dos lecciones
importantes: en primer lugar, nos enseñó que las movilizaciones globales
coordinadas son necesarias para confrontar problemas globales y, en
segundo, evidenció los límites de la mera protesta. Esto planteó una
búsqueda renovada de tipos de democracia más directa.
Búsqueda de nuevas formas de democracia directa
Años después, los nuevos movimientos
defenderían las protestas en las calles como esenciales, pero irían más
allá: el espacio público no es solo un espacio para protestar, es
también un espacio para el encuentro con otras y otros que comparten el
deseo de actuar y generar cambios aquí y ahora, desafiando en la
práctica el individualismo asocial proclamado desde la era Thatcher.
Encontrarse en las calles y, sobre todo, acampar en las plazas ha
demostrado ser una primera fase para la autoorganización, asentando
nuevas bases para la resistencia efectiva y las alternativas al
capitalismo. Este es también otro de los temas de estas entrevistas.
Mientras tanto, e inevitablemente a
puerta cerrada, el mismo secretismo de tiempo de guerra se aplicaba a la
decisiones sobre política económica y monetaria a escala europea,
incluso antes de la crisis financiera. El movimiento altermundialista
había logrado politizar cuestiones sobre poder corporativo, libre
comercio y venta de bienes públicos, pero los líderes de las elites
gubernamentales de la UE y los eurócratas ya iban un paso por delante,
quitando de la manos de los parlamentos nacionales las políticas
monetarias y, más recientemente, los presupuestos nacionales.
Pocas elites políticas nacionales opusieron una resistencia seria.
Sin embargo, la resistencia popular a
las medidas de austeridad impuestas a través de estos mecanismos opacos
ha sido considerable, especialmente en España, Portugal, Grecia y, más
esporádicamente, en Italia. No obstante, la resistencia de las
organizaciones tradicionales de la izquierda (por ejemplo, los
sindicatos) fue, con importantes excepciones –varias de las cuales
participaron activamente en Florencia 10+10–, principalmente nacional y
local, aún a pesar de que las medidas de austeridad se están imponiendo
en toda la UE. Las huelgas coordinadas en el sur de Europa el 14 de
noviembre de 2012 indica que ahora se reconoce el significado práctico
de esto.
Aunando resistencias en toda Europa
La fragmentación de las protestas llevó a
aquellos involucrados en el FSE de 2002 a reflexionar si el décimo
aniversario podría ser de uso estratégico. “Nos dimos cuenta de que
muchas de las amplias redes europeas que han sido parte del FSE estaban
invitando a las demás a sus encuentros para lograr ad hoc una
organización europea más fuerte”, explica Raffaella Bollini, secretaria
de Arci, una asociación cultural italiana de la izquierda históricamente
importante, con más de un millón de miembros y que siempre ha
participado en la dinamización del FSE y del Foro Social Mundial (FSM).
“Por ejemplo”, prosigue, “había cerca de 20 llamados distintos a la
acción conjunta, así que, después de una larga gira por Europa,
decidimos que Florencia 10+10 podría ser una oportunidad para una
convergencia que estableciera al menos las precondiciones para la acción
conjunta”.
Raffaella y sus compañeros organizadores
tenían una clara conciencia de las debilidades de los movimientos
europeos, así como modestia sobre lo que podía lograrse en un solo
encuentro. Pero al mismo tiempo compartían un agudo sentido de lo seria
que era la amenaza: “el peor ataque desde el surgimiento del fascismo”,
explica Raffaella. Ello llevó a acordar entre las organizaciones
participantes que un objetivo de Florencia 10+10 sería identificar
acciones prioritarias, en particular en contra de las medidas de
austeridad, en las cuales todo el mundo podría trabajar tras el
encuentro. Como explica Tommaso Fattori, “si no luchamos juntos contra
las medidas de austeridad, los derechos, los bienes comunes y los
servicios públicos dejarán de existir”.
Un innovación distintiva de Florencia
10+10, lección aprendida de las limitaciones del FSE de hace diez años,
fue el dar un impulso concertado hacia convergencias en torno a temas
acordados, en lugar de ser un escaparate político donde todo el mundo
tiene sus propios eventos. “La fragmentación fue una debilidad del FSE”,
añade Tommaso. “Significó que la gente hablaba solo a sus círculos
cercanos en lugar de ir más allá.”
Conscientes del tiempo necesario para
establecer un consenso, entre el 14 y el 16 de septiembre de 2012 tuvo
lugar en Milán un encuentro preparatorio. Allí se identificaron cinco
convergencias: austeridad, deuda, finanzas y gobernanza económica;
bienes comunes naturales y sociales; derechos sociales y laborales;
democracia, y justicia y paz globales. Las cuestiones de género y los
derechos de las y los migrantes fueron considerados transversales a
todas las convergencias. En el encuentro también se acordó identificar
un número limitado de acciones para la movilización.
Finalmente, se acordaron dos fechas. En
primer lugar, un día de acción común con ocasión de la cumbre de
primavera de la UE que tendrá lugar en Bruselas a mediados de marzo de
2013. Este llamamiento tiene especial relevancia, ya que las
instituciones europeas se convierten en el centro de una movilización
paneuropea. En segundo lugar, en Florencia 10+10 se presentó Alter Summit
una cumbre alternativa que tendrá lugar en Grecia en junio de 2013 con
el objetivo de reflexionar sobre la democracia en Europa. La cumbre
alternativa ya cuenta con el apoyo de más de 80 organizaciones y está
ganando impulso.
Además, la declaración final de
Florencia 10+10 resaltó la relevancia histórica de la primera huelga
europea mencionada anteriormente, definida como el primer paso hacia una
respuesta social paneuropea a la crisis.
Diferentes culturas políticas
Florencia 10+10 fue un importante
comienzo para el trabajo conjunto entre agrupaciones, generaciones y
diferentes tipos de organización reunidos por vez primera. A veces, la
relación fue tensa debido al choque entre diferentes enfoques
organizativos.
Se encontraron, por un lado, los
arreglos y negociaciones entre bambalinas a los que están acostumbrados
sindicatos y algunas ONG –y que tienen sus usos y pueden ser eficientes
en algunas circunstancias– y, por el otro, la metodología asamblearia
abierta proclamada por los nuevos movimientos. Hubo la suficiente
confianza y convicción en la importancia de llegar a algún tipo de
prioridades comunes como para lograr encontrar un camino conjunto y
aprender del otro al mismo tiempo. Este enfoque abierto y cooperativo se
refleja en estas entrevistas.
Se refleja también en el creciente
movimiento en torno a diferentes tipos de deuda, un importante punto de
discusión que ilustra cómo se desarrollan en las práctica distintos
tipos de poder. Por ejemplo, la deuda es central en los nuevos tipos de
poder a los que nos enfrentamos: el poder de la creación privatizada de
dinero, el poder de los bancos y el poder de las instituciones
financieras europeas.
En torno a la deuda se están
desarrollando todo tipo de acciones masivas, desde llamados para que se
realicen auditorías populares de la deuda de gobiernos nacionales y
municipales hasta acciones por parte de los accionistas contra un
antiguo director del FMI y ministro de Economía del gobierno español,
Rodrigo Rato, por su papel como director del rescatado grupo Bankia. Y
ahora, en España, Agora 99 –el primer
encuentro internacional explícitamente basado en el movimientos de los
indignados y en Occupy– promueve la acción directa para recuperar
nuestros derechos en relación con la deuda personal, la deuda
estudiantil, la deuda bancaria y la deuda soberana. Nick Dearden, de la
campaña Jubilee Debt ,aporta un reporte completo.
Este movimiento plantea esencialmente repolitizar las finanzas contra
el intento de los bancos y gobiernos de presentar las finanzas como un
mecanismo para apaciguar las políticas de los mercados concebidas por
los tecnócratas. Aún es incierto cómo se desarrollará este movimiento,
pero esta nueva generación entrevistada aquí se encuentra en la primera línea del frente.
Es remarcable que en la última entrevista (link: http://www.tni.org/multimedia/video-new-social-movements-tactics)
se describe cómo esta nueva generación de activistas lleva más allá las
innovaciones de la generación de Génova/Florencia 2002; conectando las
luchas locales y nacionales en torno a las luchas de la vida cotidiana.
El impacto de las medidas de austeridad refuerza la importancia de ello.
Es localmente donde emergen las luchas, pero vienen impuestas por
políticas europeas y globales. El problema es cómo construir un
movimiento que conecte todos estos niveles. En este sentido, se destacan
varios métodos organizativos, entre los que está una atención
consciente a procesos y medios comunicativos que permiten a cualquiera
compartir información, desarrollar la autoconfianza y participar a
cualquier nivel y con la intensidad que encuentren apropiada. Otra
condición importante para desarrollar poder desde abajo es la
construcción de un liderazgo difuso pero consciente, lo cual requiere,
por ejemplo, rotar y compartir los roles de liderazgo. Esta es una
lección importante del éxito del movimiento en Italia para defender el
agua como un bien común. Así como lo es también la idea compartida por
varias redes en Florencia 10+10 de trabajar simultáneamente a muchos
niveles, coordinadas pero sin un centro único. Quizás no sea casualidad
que muchas y muchos de los organizadores de Florencia 10+10 estén
profundamente implicados en el exitoso movimiento para defender y
fomentar el agua como bien común, un movimiento que forzó un referéndum
nacional en el cual el 96 por ciento votó en favor de mantener los servicios de agua públicos.
El movimiento italiano e internacional
por un modelo público de agua ejemplifica lo que se dice en una de las
entrevistas sobre crear alternativas en el presente como parte de
nuestra resistencia. Y los ejemplos vivientes siempre nos ayudan a
pensar estratégicamente sobre el futuro. Esto es lo que hace que estas
entrevistas sean tan ricas: todas y todos los entrevistados están
inmersos en luchas diarias, ilustrando alternativas a través de su
resistencia.
Hilary Wainwright (*)
Traducción: Sol Trumbo
* Investigadora del TNI sobre las nuevas
formas de responsabilidad democrática en los partidos, los movimientos y
el Estado. Creó la Unidad de Planificación Popular del Consejo del Gran
Londres durante los años de Thatcher y actuó como enlace del grupo de
trabajo sobre nueva economía de la Asamblea de Ciudadanos de Helsinki
(HAC) entre 1989 y 1994. Hoy además es investigadora adjunta del Centro
Internacional sobre Estudios de Participación (ICPS) del departamento de
Estudios de Paz de la Universidad británica de Bradford y ex
investigadora del Centro para el Estudio de la Gobernanza Mundial (CSGG)
de la London School of Economics.
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