Los proyectos mineros que resucitan


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Primero fue el controvertido proyecto del Cerro Quilish. El presidente de Newmont, Richard O’Brien y su vicepresidente para Sudamérica, Carlos Santa Cruz, se lanzaron al ruedo en Nueva York y anunciaron la semana pasada a un grupo de inversionistas que Newmont/Yanacocha estaba retomando el proyecto del Cerro Quilish en el Perú. Hasta se animaron a dar fechas y montos de inversión: el proyecto podría estar en fase de explotación el 2016 y se invertirán US$ 250 millones como parte de una inversión de más de US$ 2,500 millones en diferentes proyectos mineros en la región Cajamarca.
Los ejecutivos de Newmont/Yanacocha aparentemente se olvidaron que estamos en la era de las comunicaciones y lo que se dice en Nueva York también llega a Cajamarca y a Porcón. Finalmente, Yanacocha ha tenido que salir a desmentir y han señalado que sus ejecutivos no dijeron lo que dijeron y que el proyecto sólo se haría si hay un acuerdo con las comunidades.
Otro proyecto resucitado es nada menos que el de Tambogrande. Nada menos. Una nota periodística señala que Proinversión habría solicitado a Activos Mineros (la empresa que administra los proyectos mineros del Estado) el expediente y demás documentos del proyecto que se ubica en la región Piura para comenzar la etapa de promoción.
Como se recuerda, en Tambogrande se realizó la primera consulta ciudadana sobre un proyecto minero en América Latina el año 2002 y que terminó de confirmar el rechazo de la población a la posibilidad que haya minería en la zona. Sobre Tambogrande se ha hablado bastante en todos estos años y en algunos casos se ha buscado generar confusión y desinformación. Por ejemplo, se sigue diciendo que Tambogrande está lleno de mineros artesanales cuando en realidad estos se ubican sobre todo en los distritos de Suyo y Las Lomas.
Finalmente, otro caso es el de la Cordillera del Cóndor en los territorios de la comunidad Awajun Huampuis en la región Amazonas. Las actividades de Minera Afrodita/Dorato, que en algún momento fueron paralizadas por el Ministerio de Energía y Minas, han retomado con fuerza e incluso han presentado el Estudio de Impacto Ambiental del proyecto.
La comunidad ha expresado su preocupación y denuncian que la empresa está buscando dividirlos. Se vive una situación de mucha tensión en la zona: en la última semana se ha sabido por noticias periodísticas que un grupo de siete trabajadores de la empresa minera habrían sido retenidos por la comunidad. Cabe señalar que esta zona fue uno de los epicentros de movilización hacia Bagua el año 2009.
La pregunta que debemos hacernos es qué lecciones hemos sacado como país de todos estos casos. ¿Cuánto hemos aprendido a partir de este tipo de conflictos emblemáticos? ¿Qué correcciones se han implementado en la política minera y cuáles faltan? ¿Acaso sólo se trata de esperar unos años e intentarlo de nuevo? ¿No hay otro tipo de conclusiones? ¿Lo mismo sucederá con el proyecto Tía María? Temas para reflexionar.
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