En estos días debe conmemorarse el primer aniversario del asesinato de la folclorista Alicia Morales, que sacó violentamente al país de sus preocupaciones sobre las consecuencias del baguazo, las responsabilidades del gobierno y la crisis del gabinete Simon, y nos colocó en el centro de una nueva preocupación: ¿quién fue el asesino?, que iba acompañada de una inquietante historia colateral: la atormentada relación de pareja de la difunta, con la conocida cantante Abencia Meza, protagonista de varios escándalos.
De pronto el tema tomó las primeras páginas y el centro de los noticieros por televisión, y no había cómo sacarlo de ahí. Y algo que, sin duda, catapultó la morbosidad del público, fue que en la fase de investigación de la policía, aún antes de la intervención de los fiscales y jueces, empezaron a circular versiones sobre la confesión del principal sospechoso detenido en Tumbes, que habría declarado para la policía que cometió el crimen por órdenes de Abencia que le habría pagado 2 mil soles.
Esta “confesión” fue desmentida más adelante, cuando entraron a tallar los abogados y empezó a organizarse una defensa, pero eso no evitó que la aludida sumara más de medio año en la cárcel, sin otra evidencia que una declaración irregular, posteriormente invalidada como prueba. Por supuesto, que aparte del abuso (un caso similar es el de la hija de la asesinada Myriam Fefer y de su amiga), lo que pretendía la ligereza policial era mantener la atención sobre el caso y construir una eficiencia investigatoria donde no había nada de eso.
En el Perú, la Policía puede contar lo que quiera sobre sus encerronas secretas con los sospechosos y construir una buena cantidad de titulares, con ministro del Interior y generales de la institución como protagonistas de las conferencias de prensa. Y jueces y fiscales, pueden sucumbir abiertamente a la presión mediática, sin que ni a unos ni a otros les cueste nada hacerlo. Es parte del show nacional y todos nos hemos acostumbrado que así sea.
Miren ahora lo de la “confesión” del holandés Van der Sloot, en precisa coincidencia con el hecho de que después del viaje interminable desde Tacna y de su aparatosa presentación a la prensa (lo sacaron tres veces para mostrarlo como si se tratara de la captura de un animal raro), se iba agotando el tema, y sólo quedaba empezar a “sacar las lecciones”, que fue a lo que se dedicaron los programas del domingo en un chorro de entrevistas con el padre de la víctima.
La noticia estaba aflojando. Pero, de pronto, el general César Guardia de la Dinincri, sacó un as de la manga y contó al país que el holandés había explicado que mientras salió brevemente del cuarto, la chica Flores le revisó la laptop donde el asesino tenía los archivos de sus anteriores crímenes, y ante una situación de este tipo se exasperó, la golpeó y la mató. Una historia que algunos ya han empezado a calificar de descabellada, pero que igual se ha convertido en la “noticia” que mantiene el vilo sobre el tema.
Recuérdese que Guardia reemplazó a otro hablantín general (Félix Murga) que fue el que metió en la cárcel a Abencia Meza con sus “descubrimientos”, y que terminó siendo insostenible para Hidalgo-Salazar, cuando se despachó con la denuncia de los pishtacos. Todo un estilo de veras, que entretiene a la gente, hace vender diarios y nos hace olvidar al gobierno.
De pronto el tema tomó las primeras páginas y el centro de los noticieros por televisión, y no había cómo sacarlo de ahí. Y algo que, sin duda, catapultó la morbosidad del público, fue que en la fase de investigación de la policía, aún antes de la intervención de los fiscales y jueces, empezaron a circular versiones sobre la confesión del principal sospechoso detenido en Tumbes, que habría declarado para la policía que cometió el crimen por órdenes de Abencia que le habría pagado 2 mil soles.
Esta “confesión” fue desmentida más adelante, cuando entraron a tallar los abogados y empezó a organizarse una defensa, pero eso no evitó que la aludida sumara más de medio año en la cárcel, sin otra evidencia que una declaración irregular, posteriormente invalidada como prueba. Por supuesto, que aparte del abuso (un caso similar es el de la hija de la asesinada Myriam Fefer y de su amiga), lo que pretendía la ligereza policial era mantener la atención sobre el caso y construir una eficiencia investigatoria donde no había nada de eso.
En el Perú, la Policía puede contar lo que quiera sobre sus encerronas secretas con los sospechosos y construir una buena cantidad de titulares, con ministro del Interior y generales de la institución como protagonistas de las conferencias de prensa. Y jueces y fiscales, pueden sucumbir abiertamente a la presión mediática, sin que ni a unos ni a otros les cueste nada hacerlo. Es parte del show nacional y todos nos hemos acostumbrado que así sea.
Miren ahora lo de la “confesión” del holandés Van der Sloot, en precisa coincidencia con el hecho de que después del viaje interminable desde Tacna y de su aparatosa presentación a la prensa (lo sacaron tres veces para mostrarlo como si se tratara de la captura de un animal raro), se iba agotando el tema, y sólo quedaba empezar a “sacar las lecciones”, que fue a lo que se dedicaron los programas del domingo en un chorro de entrevistas con el padre de la víctima.
La noticia estaba aflojando. Pero, de pronto, el general César Guardia de la Dinincri, sacó un as de la manga y contó al país que el holandés había explicado que mientras salió brevemente del cuarto, la chica Flores le revisó la laptop donde el asesino tenía los archivos de sus anteriores crímenes, y ante una situación de este tipo se exasperó, la golpeó y la mató. Una historia que algunos ya han empezado a calificar de descabellada, pero que igual se ha convertido en la “noticia” que mantiene el vilo sobre el tema.
Recuérdese que Guardia reemplazó a otro hablantín general (Félix Murga) que fue el que metió en la cárcel a Abencia Meza con sus “descubrimientos”, y que terminó siendo insostenible para Hidalgo-Salazar, cuando se despachó con la denuncia de los pishtacos. Todo un estilo de veras, que entretiene a la gente, hace vender diarios y nos hace olvidar al gobierno.
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