Sebastián Piñera y los indígenas mapuche
Por Roger Rumrill
Chile, el modelo de economía y de sociedad con que sueña la derecha peruana, no sólo es uno de los países más desigual es del mundo detrás de Namibia, Sierra Leona, Lesotho y Botswana, sino también el más antiindígena de América Latina. El millón y medio de indígenas Mapuche sobreviven en el límite de la invisibilidad jurídica y en un eterno conflicto con el sistema asimilacionista.
Durante los 20 años de gobierno, la Concertación jamás pudo romper la camisa de fuerza que le impuso Pinochet y por eso Chile es una democracia tutelada por el militarismo. La Ley Antiterrorista que el pinochetismo usó contra la oposición izquierdista ahora sirve para someter, acusándoles de terroristas, a los indígenas mapuche que intentan recuperar sus tierras despojadas por las grandes empresas forestales.
El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales suscrito en Ginebra el 27 de junio en 1989, encarpetado y casi enterrado por la derecha en el Congreso recién fue aprobado por la Cámara de Diputados a abril del 2000. Pero el Senado lo mantuvo en suspenso hasta marzo del 2008, aprobándolo finalmente pero con una cláusula interpretativa que pretendía excluir a la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Esa trampa legal fue rechazada enérgicamente por la OIT.
Finalmente el gobierno de Michelle Bachelet lo ratificó en su integridad el el 15 de abril del año 2008.
Con Sebastián Piñera, el dueño de LAN CHILE que reina en los cielos del Perú, la hostilidad entre el Estado y los mapuche se agravará. Por lo pronto, los mapuche de Chiloé han acusado a Piñera de usurpar 125 mil hectáreas de tierras indígenas y todo hace presagiar que la ocupación de las tierras mapuche por parte de las multinacionales que ya detentan más de 2 millones de hectáreas proseguirá sin pausa.
Como en el Perú, en Chile también todo el sistema institucional, económico y político parece construido contra los indígenas. Allá, como aquí, a los indígenas sólo les queda la heroica e imbatible resistencia contra el racismo, la discriminación y la exclusión.
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