Mientras el gobierno busca justificar lo injustificable y defender lo indefendible, el pueblo cajamarquino entierra a sus muertos.
Hasta el día de hoy ya son cinco las victimas mortales producto de la brutal represión en las ciudades de Celendin y Bambamarca donde la policía en combinación con fuerzas del ejército, disparó no solo gases lacrimógenos, perdigones y balas de goma sino que además, abrieron fuego real por disparo de balas provocando la muerte de cinco ciudadanos para los cuales hasta ahora ningun tipo de justicia se hace visible.
Hoy; los pueblos de Celendin y Bambamarca, entierran a
sus muertos en medio del dolor, la impotencia y la amargura. Nadie se hace responsable, nadie sabe quién disparó y por lo tanto el gobierno evade su responsabilidad en el asesinato de cinco peruanos.
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