El Desarrollismo y la defensa de la Madre Tierra

Dos proyectos contradictorios




Editorial de Lucha Indígena*

Están en disputa dos proyectos que se excluyen recíprocamente: El de las políticas “desarrollistas” y el proyecto indígena de defensa de la Madre Tierra (Pachamama).
El Desarrollismo

El criterio fundamentalmente eurocéntrico de “Desarrollo”, en realidad encubre la voracidad de las grandes empresas capitalistas multinacionales por acumular cada vez más dinero. Saben los capitalistas que con el feroz ataque a la naturaleza están conduciendo, entre otras cosas, al exterminio de nuestra especie, pero no les importa, lo único que les interesa es ganar más dinero.

Su ataque a la naturaleza se da en muchas formas, la más peligrosa es el calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero. En las reuniones internacionales para discutir el tema no acuerdan disminuirlo ni un solo grado. Este calentamiento produce cada vez más desastres, llamados por los medios de comunicación en manos de las grandes empresas “desastres naturales”: Disolución de hielos y nieves, desaparición de arroyos, adelgazamiento de ríos, aumento del nivel del mar, huracanes, inundaciones, sequías, inviernos más fríos, veranos más calientes, alteración de la época de lluvias, etc.

Otro ataque es la minería a cielo abierto que destruye montañas, roba el agua del consumo humano directo y de la pequeña agricultura, envenena el agua, matando seres humanos, animales y vegetales. Otro es la construcción de hidroeléctricas que desaloja a los habitantes y sus cultivos para hacer represas y también roba el agua de la pequeña agricultura. Otro es la “industria alimentaria” que practica el monocultivo, ataca la flora y la fauna, mata el suelo con agroquímicos (fertilizantes, insecticidas, herbicidas) y nos da de comer transgénicos y sustancias químicas que nos matan. Otro es la depredación de la selva a través de la extracción de petróleo y gas, del saqueo de la madera, del cultivo de agrocombustibles y otras plantaciones industriales, la ganadería, la construcción de “vías de comunicación”, como la carretera interoceánica y el ataque al TIPNITS, etc.

La política desarrollista es llevada fundamentalmente por los gobiernos imperialistas pero también la comparten los gobiernos progresistas como el de Ecuador y el de Bolivia.

Reconocemos que éstos últimos son gobiernos progresistas, han llevado a cabo el deseo popular de nuevas constituciones, han declarado que son estados plurinacionales, Ecuador reconoce los derechos de la Madre Tierra, ha expulsado la base norteamericana de Manta, Bolivia ha expulsado a la agencia norteamericana DEA e inclusive se vio obligada a expulsar al embajador de ese país, etc. Naturalmente apoyamos estas actitudes.

Pero por otra parte Ecuador continúa con la política extractivista y el gobierno boliviano forma parte del impulso al proyecto “Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana” (IIRSA) encabezado por el imperialismo emergente brasileño.

Que sean gobiernos imperialistas o “antimperialistas” quienes lo impulsen, conducen al desarrollo hacia la extinción de la humanidad.
La defensa de la Madre Tierra

Es ejercida fundamentalmente por los pueblos indígenas del mundo, pues aunque toda la humanidad depende de la naturaleza, esta dependencia es una vivencia directa de los indígenas quienes son los que menos “disfrutan de los beneficios de la civilización” y ahora ven a ésta como destructora del medio ambiente, por eso mueren luchando en defensa de la naturaleza, como en Bagua, como en la lucha contra la mina Tía María en Cocachacra, Arequipa, como en el aeropuerto de Juliaca, Puno.

Pero no son sólo los indígenas quienes luchan en defensa de la naturaleza, hemos visto en Italia la lucha de los activistas del movimiento “No TAV” (Tren de Alta Velocidad) que unirá a las ciudades de Turín en Italia y Lyon en Francia destruyendo los bosques de La Magdalena. Hemos visto el triunfo reciente de la población urbana de Mendoza, Argentina contra la mina San Jorge, estamos viendo en el Perú la lucha de los pobladores urbanos de Tacna y Moquegua en defensa del agua que les roba la minería.

Para defender los derechos indígenas no es una garantía el ser indígena. El indígena Benito Juárez gobernó México contra los indígenas. En el Perú hemos tenido a Toledo, un presidente indígena con cerebro de Harward.

Boaventura de Sousa recomienda conversar; no estamos en contra de conversar, debemos conversar inclusive con el enemigo, mucho más con los gobiernos progresistas de Ecuador y Bolivia (al parecer el “hermano Evo” paso a ser un primo lejano), pero tengamos en cuenta que su política desarrollista es irreconciliable con nuestra defensa de la naturaleza.

El afianzamiento de nuestro frente debemos desarrollarlo en la lucha y en la conjunción con todos (indígenas y no indígenas) quienes estén de acuerdo en que lo fundamental es la defensa incondicional de la naturaleza, que es también la lucha por la supervivencia de la especie humana. Esto no fortalecerá a la derecha como dice De Sousa, lo que la fortalecería sería nuestra capitulación ante el desarrollismo.

En el Perú las cosas son más claras: Ollanta Humala es declaradamente desarrollista, desde su campaña electoral prometió impulsar la minería a cielo abierto y la agroindustria, ambas depredadoras de la naturaleza. La lucha en defensa del agua y de la vida, ya la inició Tacna.

Defendemos consecuentemente la naturaleza pero no estamos en contra de las ventajas del progreso que no afecten el medio ambiente, que no pongan en peligro la continuidad de nuestra especie.

Aprendemos de Vallejo cuando le recomienda a España: “¡Cuídate de tus héroes!”, “¡Cuídate de los nuevos poderosos!”.

Hemos visto a un valiente dirigente obrero del ABC paulista en Brasil, Lula, convertirse con el tiempo en impulsor de la depredación de la selva amazónica en favor de la producción de alimento para los carros, desarrollada por grandes empresas multinacionales. Lo hemos visto como impulsor fundamental del IIRSA.

Hemos visto a un valiente dirigente cocalero que fue expulsado del parlamento por su consecuencia en la defensa de los indígenas, convertirse en el presidente que ordena la represión a los indígenas defensores de Pachamama, y que también impulsa el IIRSA.

No confiemos en UNO por muy luchador que haya sido hasta hoy.

Confiemos en TODOS como en la plaza Tahrir en el Cairo, como en la Puerta del Sol en Madrid, como en la plaza Sintagma en Atenas, como en el movimiento “Ocupa Wall Street” en Nueva York.

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* Editorial del periódico Lucha Indígena, núm. 62. Recibido por cortesía de su director: Hugo Blanco Galdós. Sitio web: http://www.luchaindigena.com/
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