El compañero Julio Castro Castro, de Piura, nos brinda su testimonio sobre la situación de nueve de los hermanos indígenas Awajún presos en la cárcel de Huancas, en Chachapoyas.
"La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida" (Albert Schweitzer)
A raíz del baguazo de junio, se han presentado serias secuelas psíquicas en los policías e indígenas amazónicos sobrevivientes y en sus familiares. La diferencia está en que a los primeros el estado les viene brindando alguna atención médica especializada, y les reconoce la posibilidad de otros beneficios sociales (aún no cumplidos), y a los segundos no.
Los indígenas reciben cierto apoyo de monjas misioneras católicas, la Vicaría de Jaén y algunas ONG vinculadas a la iglesia católica. Una maestra Awajun me decía: "¿sabe qué? nosotros los indígenas no creemos en la solidaridad de las palabras. Estamos cansados de la solidaridad de las palabras. Sentimos que a la mayoría de peruanos, nosotros no les importamos, y que este gobierno quiere desaparecernos, para instalar en nuestro territorio a empresas que vienen sin permiso y envenenan nuestros ríos y nuestra selva"
Al enterarse que era médico psiquiatra me dijo: "nuestro pueblo necesita mucha ayuda de psiquiatras y psicólogos. Nuestra gente, sobre todo nuestros niños están traumados por lo que ha pasado. y nadie se acuerda de nosotros".
Así, en Agosto pasado fui invitado, a través de la Vicaría del Medio Ambiente de Jaén para ir a atender a peruanos pertenecientes a las etnias Awajun y Huambis en Santa María de Nieva (Amazonas) y a los detenidos de la cárcel de Huancas (Chachapoyas). Encontré en mayoría de los evaluados una alta prevalencia de Trastorno de Estrés Postraumático, Depresión Mayor, trastornos de ansiedad e ideación suicida así como duelos patológicos, que en algunos casos difícilmente concluirán. Todos expresaban de una u otra forma su dolor ante lo que percibían como una tremenda injusticia para ellos y sus pueblos de un Estado que teóricamente dice representarlos.
En la cárcel de Huancas - distrito en la zona alta de Chachapoyas (sierra de Amazonas) pude evaluar y atender a nueve de los detenidos a raíz del "baguazo".
Era pleno invierno y el frío calaba mis huesos. Todos ellos tiritaban y me decían "doctor, además de la soledad, este frío nos está matando. Parece que la intención del gobierno es que no salgamos de acá".
Al primero que atendí fue a Elner Anag. Él es Awajun. Es pastor evangélico y tiene 54 años, aunque aparenta ser mayor. Su expresión facial denota una tristeza y angustia que llega al alma.
Me expresaba en su castellano mascado: "A mí me detuvieron en la tranquera de Mesones Muro, durante el toque de queda el 07 de Junio. Yo soy evangélico, y por acuerdo de mi comunidad de apoyar el paro, fui a llevar comida a mis compañeros, y al regresar a mi comunidad, me detuvieron. Mi tristeza es inmensa.nunca estuve en esta situación. y sufro mucho. No puedo dormir y no tengo apetito. extraño mucho a mi familia. Ellos no pueden venir porque somos muy pobres." Al escuchar su relato, sentí un nudo en la garganta.
Al final de la entrevista se echó a llorar desconsoladamente y me decía "¿Por qué estamos acá doctor? ¡Yo nunca he hecho daño a nadie... no comprendo esto!".
Le dije que yo tampoco. ¿Y usted amigo/a lector/a?
"La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida" (Albert Schweitzer)
A raíz del baguazo de junio, se han presentado serias secuelas psíquicas en los policías e indígenas amazónicos sobrevivientes y en sus familiares. La diferencia está en que a los primeros el estado les viene brindando alguna atención médica especializada, y les reconoce la posibilidad de otros beneficios sociales (aún no cumplidos), y a los segundos no.
Los indígenas reciben cierto apoyo de monjas misioneras católicas, la Vicaría de Jaén y algunas ONG vinculadas a la iglesia católica. Una maestra Awajun me decía: "¿sabe qué? nosotros los indígenas no creemos en la solidaridad de las palabras. Estamos cansados de la solidaridad de las palabras. Sentimos que a la mayoría de peruanos, nosotros no les importamos, y que este gobierno quiere desaparecernos, para instalar en nuestro territorio a empresas que vienen sin permiso y envenenan nuestros ríos y nuestra selva"
Al enterarse que era médico psiquiatra me dijo: "nuestro pueblo necesita mucha ayuda de psiquiatras y psicólogos. Nuestra gente, sobre todo nuestros niños están traumados por lo que ha pasado. y nadie se acuerda de nosotros".
Así, en Agosto pasado fui invitado, a través de la Vicaría del Medio Ambiente de Jaén para ir a atender a peruanos pertenecientes a las etnias Awajun y Huambis en Santa María de Nieva (Amazonas) y a los detenidos de la cárcel de Huancas (Chachapoyas). Encontré en mayoría de los evaluados una alta prevalencia de Trastorno de Estrés Postraumático, Depresión Mayor, trastornos de ansiedad e ideación suicida así como duelos patológicos, que en algunos casos difícilmente concluirán. Todos expresaban de una u otra forma su dolor ante lo que percibían como una tremenda injusticia para ellos y sus pueblos de un Estado que teóricamente dice representarlos.
En la cárcel de Huancas - distrito en la zona alta de Chachapoyas (sierra de Amazonas) pude evaluar y atender a nueve de los detenidos a raíz del "baguazo".
Era pleno invierno y el frío calaba mis huesos. Todos ellos tiritaban y me decían "doctor, además de la soledad, este frío nos está matando. Parece que la intención del gobierno es que no salgamos de acá".
Al primero que atendí fue a Elner Anag. Él es Awajun. Es pastor evangélico y tiene 54 años, aunque aparenta ser mayor. Su expresión facial denota una tristeza y angustia que llega al alma.
Me expresaba en su castellano mascado: "A mí me detuvieron en la tranquera de Mesones Muro, durante el toque de queda el 07 de Junio. Yo soy evangélico, y por acuerdo de mi comunidad de apoyar el paro, fui a llevar comida a mis compañeros, y al regresar a mi comunidad, me detuvieron. Mi tristeza es inmensa.nunca estuve en esta situación. y sufro mucho. No puedo dormir y no tengo apetito. extraño mucho a mi familia. Ellos no pueden venir porque somos muy pobres." Al escuchar su relato, sentí un nudo en la garganta.
Al final de la entrevista se echó a llorar desconsoladamente y me decía "¿Por qué estamos acá doctor? ¡Yo nunca he hecho daño a nadie... no comprendo esto!".
Le dije que yo tampoco. ¿Y usted amigo/a lector/a?
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